viernes, 9 de noviembre de 2018

EL PAYASO MÁS FAMOSO DEL MUNDO

EL PAYASO MÁS FAMOSO DEL MUNDO

Esta historia me gustaría empezarla con la cara de cada maestra y maestro porque, no entiendo que nos prestemos a estar con ellos y no confesar y desear que, para ello, hay que tener un poco de esa profesión que tanto "envidio y admiro".



Al comenzar la historia con "el Payaso más famoso del mundo" el título evoca alegría y felicidad, inmensidad y todo cubierto, ¿verdad? pero, el ser el más famoso, ¿implica el hecho de ser el que más tiempo es feliz? Pues no. Realmente la historia es "el Payaso más triste del mundo".
Cuentan que en un circo, todos los pases se contaban por una cola interminable de personas que querían presenciar el espectáculo. De hecho, era quien más hacía reír y con quien estaba garantizada una velada agradable. Nada de lo dicho falta a la realidad y soy testigo de ello. Y cuando digo que soy testigo es porque soy la niña que vivió esa experiencia maravillosa y casi que única.
- Mi familia acostumbraba todas las semanas a llevarme a su actuación, hasta aquí todo normal, ¿verdad? pero una noche, cuando la función terminó, como tantas otras noches, las familias salían encantadas del circo, el silencio entraba con pasos muy lentos y los focos se dormían, dejando la arena del circo desnuda. Todo se acallaba pero, aquella noche, yo tardé un poco más en salir y advertí que, aquel Payaso que me enamoraba, salía de nuevo a la arena y se sentaba en una de sus sillas, apoyaba sus manos sobre su cara y su rostro se llenaba de una inmensa tristeza, tristeza que bañaba de melancolía el escenario. Él no advirtió mi presencia. Yo, tras contemplar aquella situación, salí del circo con mi familia y sin mediar palabra, llegamos a casa. Fue una de las noches más largas de mi vida.
A la mañana siguiente, estuve ausente.
Llegó la siguiente actuación y ¡¡¡claro!!! no podía faltar.
Todo como de  costumbre hasta que se apagaron los focos de la arena, ahí me atreví a saltar a su encuentro, misma postura y tristeza, fue entonces cuando le dije:
- Hola Payaso ¿qué te pasa? (confieso que la voz me temblaba)
El Payaso sin mediar palabra, levantó su mirada, me miró, en un instante que, bien puede durar una vida y me dijo:
- Ya no me pasa nada "hija"
Dibujó en su rostro una de las sonrisas más bellas jamás imaginadas.
- Has hecho que pase a ser el Payaso más triste de la vida, al más feliz del mundo.
- Pero, ¿cómo?
Le pregunté yo.
- Muy sencillo. Yo siempre os veo que disfrutáis con mis actuaciones y que os marcháis felices pero, cuando todo acaba, me quedo solo en mi circo y tu, hoy, te has preocupado por mi, te has acercado a mi y ¿sabes? me has hecho el regalo más preciado del mundo, tu cariño....

La historia continúa pero, prefiero que le preguntes a tu hijo o hija.

Cuando la niña me contó la historia, me dijo:
- David el payaso me ha dicho que esta experiencia va dedicada a cada maestra o maestro que entiende que la alegría es el primer objetivo a lograr con nosotros y que también va dedicada a quienes creen que el ser docente, tiene un interruptor de on/off que, no vale con pensar que eres un gran maestro porque, quien te hace grande, son nuestras miradas, aplausos y sonrisas, nuestras preguntas e inquietudes y que, por mucho que quieras presumir, lo más que puedes encontrarte, es salir al circo y presenciar la arena sin nadie a quien llegar. Que una palabra de cariño de un niño, llega a ser el milagro más bello de la vida.
- Hija.
Me dijo el Payaso.
- Anima, a todas las personas que trabajan en la enseñanza, a creer que viven en un mundo maravilloso, que se sientan personas privilegiadas y que, aunque no sepan haceros reír o felices, tienen la fortuna de que, vosotros, aún así les queréis.
Tras aquel momento, le pregunté al Payaso:
- Señor Payaso, ¿qué he de hacer para ser Payaso de mayor?
Su respuesta:
- Es muy sencillo, "Hija" ama, ama con locura, observa como sólo una persona ciega sabe hacer, toca como lo hacen las nubes, siente como sólo sabéis hacerlo vosotros, sonríe, salta, llora... porque así, la única diferencia entre tu y yo, serán los años, bueno y otra más importante, porque, yo para llegar a ser quien soy, ese Payaso que decís que soy, llevo toda mi vida aprendiendo de vosotros.

Y ahora te cuento el final:
La niña, una mañana se lo contó, en clase a sus compañeros.
Llegó la siguiente actuación y, sin el Payaso saberlo, todo el circo estaba rodeado de aquella clase. Todo transcurrió sin más, ya sabes, familias encantadas, incontables sonrisas, el silencio y los focos que empezaban a dormirse pero... aquella noche, aquella noche, cuando el payaso volvió a su silla, de repente, como nacido de la nada, se encontró rodeado por un corro de niñas y niños que al unísono gritaron:
- ¡¡¡GRACIAS POR HACERNOS FELICES!!!

El resto ...  imagínatelo:
- Tu hija dándote un achuchón para decirte cuánto te quiere, tu nieto mirándote como sólo ellos saben, tu hermana, tu alumna...

Porque, entre esta y ...


...esta, puede que con un acercamiento, unas palabras de cariño y creer en ellos, todo se vea distinto.



Cuando uno tiene el "Privilegio" de contarles esta historia, independientemente del nivel. es cuando realmente desea ser ese Payaso que cada día recibe esa bonita lección.