EL MAESTRO QUE TENÍA 1793 AÑOS
La historia nace de una sencilla dinámica que, un día, un maestro llevó a cabo en la clase.
La actividad en si perseguía el descubrir que la vida, puede ser tan corta como la quieras vivir y hacerla o por el contrario, disfrutarla, gozarla a cada instante y no pararte a pensar en cómo el tiempo se gasta sino cómo lo vives.
Si te fijas en la imagen, puedes pensar en... lo que quieras. La pretensión ha sido hacerte pensar, pararte y saborear todo lo que, cada día la vida nos está ofreciendo y, en muchos ocasiones, no la escuchamos. Detén el ritmo y analiza estos aspectos:
- Si te fijas, el paso del tiempo, viste todo de elegancia, de solemnidad y misterio. Los tonos son el mejor vestido para hacerte disfrutar de cada momento que vives.
- El vino evoca a la tierra, al mimo de todo lo que, sin prisas, ha de ser mimado y respetado en el momento que viven, sin prisas. De cómo la uva, si no la dejas madurar y dejar que ella hable, el caldo que obtendrás, podrá ser cómo quieras ofrecerlo pero nunca como él es.
- El conjugar ese ambiente, nos lleva a lo que debiera ser la comunión perfecta entre familia y escuela.
Y ahí, nace la historia.
Un día, en clase, una niña le preguntó al maestro:
- Maestro, ¿qué edad tienes?
El maestro mirando al resto de compañeros y sin importarle la pregunta, es más, le encantó. Le respondió:
- Hija, tengo 1793 años. Un maestro con una apariencia de persona aún muy joven.
¿Te lo imaginas?
Las risas no se hicieron esperar y hasta se escuchó algún comentario haciendo alusión al maestro.
¡Está loco! ¡no sabe lo que dice!
Aquella niña, con una admiración fuera de lo común y llena de asombro (si lográramos crear ese ambiente en nuestras clases...) le dijo al maestro:
- Perdona, pero has dicho una edad que... no logro entender.
-Muy fácil hija.
Repuso el maestro.
- Un día, haciendo una dinámica del 60 X 2 en una de nuestras grandes ciudades, intentaba hacer ver que, nunca, jamás de todos los jamases, podéis dejar que los mayores, os hagamos ver que la vida, es un viaje corto, muy corto y que en muchas ocasiones, casi sin emociones.
- Pero... ¿60 X 2?
- Te lo explico:
- En clase quería comprobar, cuántos motivos tenemos para agradecer, para valorar, para querer vivir, para encontrar una excusa para seguir, argumentos que, además de hacernos ver lo bello que es vivir, no merece la pena pensar que se gasta sin más. Al tiempo, quería descubrir, un día más, cuánto aprendo de vosotros y por ello, deseaba ver cómo sus mentes, eran capaces de navegar mucho más rápido de lo que pensaban.
El 60 atiende a los 60 segundos que tiene un minuto y es por ello, opté por los 60 antes que por la unidad. No son más que pobres estrategias pero que me ayudan.
En la clase les dije:
- Tenéis 60 segundos, es decir, toda una vida, para que penséis en motivos por los que os gusta la vida. Cuando terminen, tendréis otros 60 segundos para apuntarlos o memorizarlos.
A continuación, iréis diciéndolo.
Los argumentos y contenidos curriculares, la agilidad mental y capacidad de procesamiento, motivos pedagógicos, motivacionales.... ni me paro.
Algún niño, antes de comenzar me decía:
- Maestro, ¿y si yo no encuentro ninguno?
- No pasa nada, hijo. Sólo te pido que respetes los tiempos.
-¡¡¡Tiempoooo!!!
- Pero maestro, ¿qué tiene que ver esta actividad con tu edad? No lo entiendo.
- Muy sencilla, Hija, cada vez que les escuchaba un motivo por el que querer vivir, yo cumplía un año más. De ahí que por cada motivo que os escucho que la vida merece ser vivida o que yo, en algún momento pueda colaborar a arrancaros una sonrisa, cumplo años.
Cada segundo puedes vivirlo como una vida o dejarle sumar sin más.
El niño que no encontraba motivos me dijo:
- Gracias maestro porque me has hecho pensar.
Cuentan que hay alumnos que se han encontrado con maestras y maestros con "cientos de miles de años".
Porque deseo que seas esa maestra o maestro que cumpla cientos de miles de años.
"El maestro NUNCA tiene la recete mágica pero sí puede hacer que encuentren que la vida, cuando menos merezca ser pensada".