viernes, 2 de noviembre de 2018

LA HISTORIA DEL GENIO

HISTORIA DEL GENIO

¿Recuerdas esta historia?


La historia cuenta que un día, en el patio de un recreo, una niña sonreía como todas las mañanas, cosa que parece una excepción pero no lo es, los niños, cuando se les deja ser niños, SON FELICES, el problema nace cuando no les dejamos ser y cuando queremos que sean niños y que piensen como nosotros.
En aquella mañana, la niña portaba en sus manos una lámpara, de esas que les llamamos maravillosas y con las que les intentamos hacer viajar al país de la fantasía, de la imaginación y donde todo puede cobrar vida. ¿Les hacemos a ellos solos? Te animo a que si lo haces, las compres a raudales y que si no lo has hecho, te montes en tu alfombra mágica y busques las dependencias de millones de niños que están como locos por venderlas.
Ese día, esa Niña sintió algo, ni mejor ni peor, ni más bueno, ni más malo pero si diferente. La lámpara se empezaba a agitar y tras unos instantes de incertidumbre y de desazón, sin saber cómo, por qué, ni para qué (¿te suenan estas cuestiones?) apareció un genio y tras pasar unos segundos inmóvil y contemplar su figura, la Niña, no creas que soltó la lámpara, que lloró, que buscó el refugio de alguien, nada de eso, miró hacia arriba, le miró a su cara y con la dulzura exclusiva de la infancia y esa naturalidad que cada día se vende a un precio incalculable, le preguntó:
- ¿ Genio, qué te pasa, estás muy triste?
Ahora, dime la verdad, si nos ocurriese a nosotros, antes de preguntarle, ya le estaríamos pidiendo deseos. (una de las infinitas diferencias entre ellos y yo, es que saben mirar y dejar su "yo", esa etapa tan egocéntrica de la que siempre se habla. Lo siento Señor Piaget, porque se entregan a aquello que les inquieta, que les despierta curiosidad)
El genio, extrañado le preguntó:
- Pero... ¿cómo siendo una niña, no me temes o me pides cosas?
La niña, sin esperar a que el oxígeno pidiera permiso para seguir disfrutando de sus preciosas estancias, le dijo:
- Pues... mire Señor genio. Mi familia me ha enseñado a intentar mirar con ojos de niña, es decir, a intentar ayudar, a intentar acompañar, a intentar escuchar, a intentar crecer, a intentar reír con quien ríe y a llorar con quien llora. Pero además, "mi maestra" me acompaña y en esa tarea, muchas veces me dice que, no hay más genio que el que haces nacer dentro de ti.
El genio miró a la niña sin saber qué decir, pero no le hizo falta porque la niña prosiguió con una pregunta que, rompe las leyendas de todas las historias de los genios:
- ¿En qué te puedo ayudar?
El genio, sin dar crédito a lo que estaba viviendo le dijo:
- Hija, quiero ser feliz y, de un tiempo a esta parte, cuando me piden deseos, compruebo que la felicidad es efímera, pasajera, es más, lejos de perdurar, lo que provoco son problemas...
-¡¡¡Noooooooooo!!!
Replicó la niña.
- Tu no provocas los problemas, tu haces que todas esas personas descubran que no saben pedir deseos.
- Pero, entonces... ¿qué debo hacer?
Preguntaba el genio.
- Deja de ser genio y cuando alguien te haga salir de tu mundo, tu lámpara, en lugar de ofrecer, dale las gracias por hacerte venir a un mundo real y maravilloso. Dile que por fin, has hecho realidad el deseo que anhelabas, el de ser Persona.
-Una cosa, quiero pedirte un deseo.
El genio, con una sonrisa mitad pícara, mitad maléfica pensó para él (ya decía yo)
- Pide hija, pide.
QUE  SE NOS TENGA EN CUENTA CUANDO HABLEN DE EDUCACIÓN
En aquel momento, la lámpara cayó al suelo y de ella cobró vida la mejor maestra que llevas dentro de ti.
La niña te dijo:
- Seño, sabía que estabas ahí, te estaba esperando porque te amo con locura, porque quiero que me cuentes la historia de tantos genios que quedan en la vida por descubrir.
Porque la Educación no puede limitarse a que nadie la frote.
POR FAVOR, ¡¡¡ESCUCHÉMOSLES!!!

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