La respuesta es bien sencilla:
- Intentar que nuestras clases respiren este ambiente, ver que en sus caras se dibuja esta alegría y dinamismo. Verles ser ellas y ellos mismos en toda la dimensión de cada persona que son. Y uno aún más importante, lograr que cada maestra o maestro que vaya por los pasillos a sus clases, sienta la necesidad de ese contagio.