Quiero gastar mis años y saber que sigo siendo un niño.
Este capítulo, desde mi pobreza, va dedicado a cada familia que sabe qué es gastar la vida.
Porque parece que gastar es sinónimo de miedo, de arrojar, de desperdiciar, de algo que se te escapa, se acaba pero hoy, tras unos años, he descubierto que la expresión " gastar años" no pertenece a ningún pedagogo o pedagoga, filósofa o filósofo, coatcher que enamora cuando al igual, y sólo al igual, el mejor foro sea una clase y no un congreso de adultos. Es algo tan hermoso que se remonta a más de 2000 años, a Alguien que empezó a poner a la mujer en el lugar que le corresponde, ese lugar que aún no se ha inventado y a los niños y niñas en ese pedestal sin alturas.
Gastar mis años parece que se abraza al miedo de perderlos, de que pase mi vida y no haga nada por darles un abrazo, por creer que en mi consumo, jamás me recordarán y no para darme gloria sino para dar algunas respuestas a aquello que la vida les vaya sirviendo en su mantel.
Quiero gastar mis años y seguir creyendo que soy niño.
Alguien me decía con una crítica de esas que visten de largo mi corazón, de esas que construyen y acarician:
- David, pero si tu pretensión es escribir un " librillo" sobre Educación, ¿por qué haces que, en algunos capítulos, sean parecidos a poesía? ( con respeto a todos los poetas)
- Muy sencillo. Llevo años escribiendo sin papel ni lápiz en cada expresión que me regalan, quizá porque Dios me lo regala. He visto y vivido como cualquiera pero, a día de hoy, quiero gastar mis años sabiendo que para ser maestro, uno de los versos más bellos y hermosos de esta vida, nacen de la sonrisa de una niña o niño, ese que atiende a una métrica de la espontaneidad y donde las rimas se abrazan sin distinción de géneros.
Quiero sumergirme en ese gastar mis años sabiendo que, como dice un libro preciosos:
" ...sólo quien gasta su vida, la encuentra..."
Quiero gastar mi vida intentando ser maestro a sabiendas que ellas y ellos son los que, cada día, me enseñan, y no quiero ver lágrimas a las que les pregunte y me digan que se marchan de mi porque no lo intenté o no creí.
Quiero gastar mi vida en quienes hacen que en ese consumo, uno se sienta joven, quiero gastar porque al hacerlo es donde encontraré que JAMÁS dos sonrisas son iguales, así como no verás dos lágrimas del mismo color incluso puede que, ni el timbre de cada día cante la misma canción y en ese empeño quiero gastar mi vida para llegar a ser maestro
Quiero gastar mi vida en ello y ver que cada día es como un parto, indefenso pero lleno de fuerza y de preguntas. Deseoso de encontrarte.
Quiero gastar mi vida intentando ser maestro y esta expresión, se la debo a " la Seño" porque, aunque confieso que en un principio, era una expresión cargada con tintes de negatividad, quiero gastar mi vida para que cuando lleguen a casa, te pellizquen el corazón al contarte qué hacemos, lo que piensan y me enseñan.
Porque la educación es gastar cada día lo que quieres contar y que el mañana no sea un futuro lejano, es la forma de ver que el futuro se convierte en el presente de cada niña y cada niño y que educación se escribe con mayúsculas porque así lo hacen.
Y lo mejor es que, por mucho escribir, no soy capaz de arrimarme a ellas y ellos.