VIGÉSIMO CAPÍTULO
Porque quiero que los silencios se entiendan como aprendizajes y no como ausencias.
Tras mucho leer y meditar, después de pensar cómo enfocar este capítulo y sin ánimo de dar lecciones de nada y menos a nadie, llego a la conclusión siguiente:
"El silencio, no existe"
Puedes estar o no de acuerdo y quizá eso sea lo menos importante.
Muchas definiciones sobre el silencio:
"Ausencia total del sonido, abstención de hablar, en el ámbito de la comunicación humana".
Por otra parte se confirma que "el hecho de que exista silencio no implica que no exista comunicación".
"El silencio ayuda a fomentar pausas reflexivas".
También hay quienes postulan la diferencia entre silencios objetivos y subjetivos.
Ni creer ni dar a entender pero, si te paras a ver la imagen, al igual escuchas a ese que, para mi, no existe y no porque yo lo diga sino porque a él no le gusta que así le llamen.
Ayer leyendo, comprobaba que el silencio puede ser la respuesta a una soledad mentirosa y quizá aquí habría que navegar en razonamientos filosóficos o psicológicos pero lo que es verdad es que él, no elige cuando la voluntad de la persona es bien distinta, así como la de un niño.
Caminos llenos de polvo se escriben sobre el silencio pero, mira por favor estos cabellos que ves, no es que renuncien al silencio, no, es todo lo contrario, no bailan hasta que le escuchan, hasta que le ven llegar, hasta que le sienten y su voz les inunda. Pues así pasa con nuestros niños y niñas. Si tu voz les invita, llenarán todo de eso que llamamos silencio para que tu les mires, te acerques, les hables... pero eso, eso hay que ¡¡¡ganárselo!!! y vamos a dejar de poner pretextos porque hasta el mismo silencio te diría que estás errando. El ¡¡¡callaos!!! es el imperativo más maldito para ellos, porque aunque creamos que así evocamos al silencio, lo siento pero nos estamos confundiendo.
Creo en ese momento en el que las miradas llenan todo de palabras repletas de silencio, porque ese nace desde sus miradas para decirnos que con ellas y ellos, no quiere existir, es tan intenso lo que debemos sentir estando junto a ellos, que no le importa apartarse.
De verdad, a lo que llamamos silencio, les llaman casi siempre, momentos de incomprensión o tal vez de duda intimidatoria. No quieren esa voz gritando y pidiendo silencio porque, no lo comprenden, no entienden que pidas algo que tu estás violando, porque les estamos mostrando que lejos de buscarlo, lo rechacen.
Cuando, para mi, ese momento es uno de los más mágicos porque es cuando se les ve en su estado más natural y espontaneo, cuando se sienten cómodos y felices, relajados y llenos de inquietud, cuando cedes tu protagonismo a quienes realmente lo tienen. Cuando verdaderamente estás aprendiendo, porque realmente lo que te llena es lo que te dan.
Alguien escribía sobre el silencio:
Amigo de charlas ocultas,
que callar te mandan, quienes presumen de hablar.
Mi mejor maestro cuando no te entiendo
y compañero cuando les veo reír.
Quiero tu anonimato
porque me enseña
a mirarles desde ti...
A partir de hoy es posible que al silencio le llame "Maestro" porque enseña, acompaña, instruye, muestra, acaricia, te hace gozar, te comprende, te escucha.
Ojalá que si lees estas líneas, te planteen por lo menos que, quienes más tienen que decir no eres ni tu ni yo.
Prueba a llamar al silencio, verás como lo escuchas, verás como ellas y ellos lo ven llegar, por lo tanto... ¿qué es el silencio?
Ha sido un juego, una estrategia de existir o no pero claro que existe el Silencio y el más bello es el que no se impone, el que desde sus ojos te gritan que te quieren, que están disfrutando contigo, que les da igual la etapa en la que se encuentren si tu lenguaje es cercano al de ellos y en tu silencio aprenden a hablar contigo.
Este capítulo es más corto pero no porque acabe aquí, ahora por favor, vuelve a leer esos versos y cuando lo hagas, vuelve a ser aquella niña o niño que fuiste, para buscar a aquel silencio que tantas dudas te dejó sin responder. ¿ Quieres que les pase igual? Pues todo parte por escucharles y respetar sus momentos.