En esta ocasión, no mires con tus ojos. No son ni ellas ni ellos, son jarrones, eso si, los jarrones más valiosos del mundo. Si observas bien, ningún jarrón tiene la misma forma ( ¿acaso existen dos niños iguales?).
Entiendo que alguien puede molestarse por llamarles jarrones pero quizá la mayor molestia es que no seamos capaces de creer que están predispuestos para hacer y recrear todo lo que desde la alegría y naturalidad se les presenta. ¡Ah! y aquello de no hacer cosas, en principio casi que ridículas, por estar viviendo una etapa de profundos cambios, de "guerras hormonales", de poner a la vergüenza como la culpable de ese "no porque no", lo siento pero esa es la excusa de quien lejos de intentar, se conforma o protesta.
A colación a lo expuesto en líneas anteriores, nos llevamos la historia a la etapa que están viviendo. Sexto de primaria, momento de grandes cambios, de todo tipo y desde esa naturalidad que ellas y ellos demandan hablamos. Surgen algunas risas pero rápidamente las risas se transforman en grandes oídos y necesidad por intervenir.
Tras este primer momento, pasamos a dar vida a esta historia que, tras mucho buscar para compartir su autor, no lo he encontrado. Por lo tanto creo que atribuirse algo que no es de uno, no creo que esté bien, lo único que hacemos es darle el giro que necesitamos para abordar lo que nos interesa.
Pues imagínate a 20 alumnos de sexto adoptando forma de jarrón. El culto a la imagen, a lo exterior y a valorar sólo aquello que se ve. Hasta de convertirse en un simple objeto para otros.
Y junto a los jarrones, un príncipe, un súbdito y una criada (*) y en este término, nos hemos parado a analizar, para cada cual, qué significa esta palabra. UUffff y según el diccionario de la Real Academia de la Lengua:
- ...Que ha recibido una determinada Educación.
- Persona que sirve por un salario, y en especial la que se emplea en el servicio doméstico.
Y así, otras tantas acepciones pero, casi todas las que han dicho cuando les he preguntado qué creen que supone ser criada, lo siento pero vienen fundamentadas por nosotros, los adultos y todas con connotaciones peyorativas y con unos prejuicios que, así, es posible que nos estemos equivocando.
La historia en sí habla de un príncipe que tenía la mejor colección de jarrones del mundo y se sentía orgulloso de ella. Una mañana, una "criada" en sus tareas, limpiándolos, accidentalmente, cayó uno de ellos al suelo y el jarrón se hizo añicos. A todo esto el príncipe le estaba observando, montó en cólera y la condenó a morir. Montó todo un espectáculo deplorable que no quedó ajeno a su más fiel súbdito, el cual, tras saber esperar un instante, se acercó a su príncipe y le dijo:
- Mi príncipe, si lo desea, yo tengo la solución, es más, si confía en mi, devolveré al jarrón su forma y sin dejar rastro. Sólo le pido una cosa...
-¿Cuál, cuál, cuál?
Le decía el príncipe, con un genio capaz de intimidar a las más feroces tempestades, aunque el súbdito, se mostraba impasible (al igual esos niños a los que llamamos moviditos, necesitan ...¿más cariño? más calma, más tiempo...).
- Que me lleve a ver su colección de jarrones. (reservada para él y los de su "estatus").
Naturalmente el príncipe aceptó y se dirigieron a las estancias donde se encontraba.
Al entrar, el súbdito vio esa famosa colección de los 19 jarrones expuestos sobre un tapiz rojo.
El súbdito se acerco ante la atenta mirada de su príncipe, cogió el tapiz con sus manos y en un movimiento rápido, tiro de él para atrás y todos los jarrones salieron volando para acabar en el suelo en mil pedazos. ( Toda la clase pegó un salto como si de volar pudieran y acto seguido, todos tendidos en el suelo, ¡fuuuaaaa!)
¿Te imaginas la cara del príncipe?
Pues bien, la respuesta del súbdito no se hizo esperar:
- Hoy mi príncipe, he salvado la vida a 19 personas más porque, nada, nada en la vida es tan valioso como la vida de las personas...le ofrezco la mía.
La reacción del príncipe fue fundirse en un intenso abrazo a su súbdito y entre lágrimas...
Si ves cómo interpretan, estábamos muertos de risa y eso de que desde la alegría no se interioriza... vale, vale.
Dejamos la historia y retomamos sus vidas, la importancia de valorarse por quienes están empezando a ser, valorar a los demás, crecer desde la responsabilidad y el respeto, desde la entrega ...
Gracias a tantas maravillosas persona que crean estas historias y sobre todo, CREE EN ELLAS Y ELLOS.