Porque quiero renunciar a mi mesa al ser un espacio muerto.
La imagen es la que es porque sueño con el regreso al cole y encontrar aulas con grandes regalos. Además de ver sus caras, pero eso no es nada nuevo.
Quizá este sea uno de los motivos con los que más puedas discrepar, es por ello que necesito decirte que, mi pretensión no es ofender a nadie y desde el cariño, admiración y respeto, sólo quiero ofrecer cuál es mi situación de clase ideal. Obviamente cuando me refiero a clase, hablo del espacio físico donde...
¿ Te imaginas que al entrar en tu clase, el primer día, ves un enorme regalo envuelto, con un precioso lazo, regalo que mide 120 X 70 X 76 de altura?
¿ Puedes imaginarte que eres una niña o niño de esa clase y que vas a vivir ese encuentro ?¡¡¡Yaaaaaaa!!!
Podría argumentar desde el campo de la pedagogía mi pobre reflexión y deseo, desde la psicología pero es cierto que la réplica también la encontraría en los mismos campos, es por ello que el campo que elijo es el de mis sentimientos y emociones.
Pues cierra tus ojos y al abrirlos, ¡¡¡entraaaaa!!! y te verás en esa clase junto as tus compis, vais hacia el lugar donde se encuentra el paquete, la expectación es máxima y más cuando la maestra os dice:
- Es para vosotras y vosotros.
Vuestras expresiones lo dicen todo. Comenzáis a romper el papel como si fueran caricias a la emoción pero´"sólo" encontráis en ese inmenso espacio, una tarjeta en el suelo. Uno de vosotros la coge y comienza a leerla ante la mirada embelesada de todos:
- Aquí es donde vivía uno de los mayores problemas en todos estos años, una materia inerte pero que cada mañana cobraba vida, para poner entre vosotros y yo, una barrera invisible que, me ha costado descubrir, mi mesa, " la mesa de la maestra". Esa que ha hecho durante mucho tiempo, provocar grandes colas de correcciones absurdas, con algún que otro temblor en las piernas. Esa que yo llenaba de libros, cuadernos y fichas sin caer en la cuenta que todo lo que estaba haciendo, se convertía en armas intimidatorias, en un auténtico rechazo a quererme.
La misma que gritaba presumida a las vuestras:
- ¡¡¡Veis!!!, vosotras que sois las protagonistas, sois reducidas, limitadas y sin embargo, YO soy poderosa, espaciosa, incluso con elementos decorativos como este bello reloj que, lejos de marcar los tiempos, lo que hace es agravar más las distancias.
Yo soy el referente de todo este espacio, cuando en realidad deberían ser cada niña y cada niño que se colocan sobre vosotras. Logro que me miréis a mi, puesto que la disposición espacial gira y esta supeditada en torno a mi ubicación y no en base a sus señoriales miradas y al decir señoriales es porque, quizá sea ese adjetivo con el que puedo medio explicar qué siento cuando me miran.
Incluso dispongo de cajones donde la maestra, en muchas ocasiones os precinta como terreno no permitido como si, guardara en ellos casi elementos secretos.
Soy yo quien determina qué tipo de dinámica si o no, se puede llevar a cabo en el aula, ya que mis preciosas dimensiones, condicionan todo. De hecho, logro que la maestra os visite en pocas ocasiones, puesto que lo importante, no es lo que acontece en vosotras sino en mi.
Niñas y niños, interrumpió la maestra:
- Esto que estáis leyendo, ha sido un sueño que noche tras noche, ha ido cobrando vida en la mía, sueño que atormentaba mi descanso pero de una forma dulce, como queriendo avisarme. Pero anoche, todo fue más allá, el sueño me habló y me dijo: - ¿Cuándo me vas a sacar de la clase? refiriéndose a la mesa. Es por ello que determiné hacerle caso y decidí que fuera un regalo porque ese espacio que ocupaba, es y os pertenece a vosotras y vosotros, sois quienes tenéis que gozarlo y darle vida.
Prosiguió la maestra:
- La mesa me estaba haciendo ser cómoda y perder el contacto con vosotras y vosotros. Además a partir de hoy, quiero que cuando me siente, sea en una silla como la vuestra, para poder percibir mejor todo aquello que me regaláis y que se me escapaba cada mañana.
Quiero purular por los espacios y que al agacharme os pueda oler, oír tantas y tantas cosas que mis distancias desnudaban, es más, si pudiéramos, hasta vuestras mesas... bueno, bueno que entonces me tacharán de loca.
Cuántas veces he leído que cuando una persona entra en una clase, su mirada la dirige inmediatamente hacia el lugar de la mesa de la maestra, en lugar de hacerlo hacia las vuestras, a esos espacios donde se produce la magia, esos donde la vida llama a las áreas a cobrar vida y salir de sus páginas.
Mientras toda la clase escuchaba a su Maestra ( ya sí es con mayúsculas) y leía aquella tarjeta, el regalo, algo inesperado sucedió. Una niña rompió a llorar ( ¿la niña más débil de la clase? ya, ya pues si así se mide la debilidad de estas criaturas, hasta incluso la tuya y la mía, deben cambiar más cosas de las que pensaba). Todos se hicieron a un lado y la situación quedó, en un frente a frente entre la maestra y Ella. Fue un instante que a cualquier persona le habría gustado vivir y presenciar.
La niña corrió hacia su Maestra con sus ojos lanzando gotas de un perfume galardonadas en alegría, se abrazó a ella y en esa fusión de dos Maestras y con la voz entrecortada, la niña le decía:
-¡¡¡Maestra!!!, ¡¡¡ Maestra!!! gracias, gracias porque todo este tiempo parecía que se estaba comiendo mi vida, quería hacerlo pero, pero... "la mesa" me impedía tomar la iniciativa, te veía tan lejos que me daba miedo. Hoy por fin se han roto las distancias para siempre.
Maestra, me gustaría invitarte a que te sientes a mi lado un ratito y me cuentes cómo llevabas tu, cuando eras alumna, aquellas clases en las que la maestra o maestro además tenía su mesa sobre una tarima.
Dicen que a la mañana siguiente, al entrar en clase la maestra, todas las niñas y niños tenían hecho un cuadrante de "deseo que la Seño se siente conmigo".
Por favor, que la mesa jamás sea la excusa para distanciarte de quienes suspiran por tus caricias, por tus miradas y proximidad, por tus comprensiones y paciencias porque para enamorar, ellas y ellos te quieren cerca.