sábado, 4 de enero de 2020

"LA JUNGLA"

"LA JUNGLA"


En estas fechas donde, supuestamente ir de shopping es sinónimo de placer, poder, satisfacción, resignación, hasta de ¿"terapia"? de imposición...
¿En cuál de estos estadíos te encuentras?
Con tu permiso quiero centrarme en uno que supuestamente genera esa acción (satisfacción) ya que quiero establecer un símil entre esa sensación y la Escuela.
Para comenzar, he de decirte que será una tarea que me lleve unas cuatro horas, no más y que, al entrar en "La Jungla" selecciono 10 tiendas, de esas, cuyas marcas son de las más populares y me sitúo frente a ellas. Ahí comienza todo, quizá sea uno de los asientos donde más aprendo, el primero ya sabes cuál es, el que me brindan las niñas y niños.
Observo a personas solas, acompañadas, parejas, familias de todas edades y clases y, para comenzar, lo que me llama poderosamente la atención, son sus expresiones, un altísimo porcentaje "porta" (no es fruto de ese campo emocional que, en principio debe suscitar una situación placentera) una expresión de hastío preocupante, quizá porque a la clase a la que va a entrar... ¡¡¡uuuufffff!!! perdón, dije clase, en qué estaría pensando. Pues eso, puede que en la tienda en la van a entrar no encontrarán aquello que andan buscando y o necesitan.
Por no hablar de la cantidad de familias que entran sin mirarse, como si fueran a presenciar un número de terror o peor aún, eso sin mencionar a esas niñas y niños que llevan pegadas sus caras al "cáncer" del siglo XXI ( "el celular" aunque sobre esto habría que aclarar quiénes son los que lo generan).
Otras personas que antes de verlas entrar les adviertes un deseo de salir huyendo... como si la Escuela no fuera apasionante... y dale, perdón por estos lapsus.
Mientras, aprovecho y me fijo en la mirada de tantas y tantas personas que pasan por delante de la tienda en la que me encuentro situado. Desfile de expresiones, en su mayoría donde el cuerpo y sus caras forman un perfecto binomio de desesperación, de miradas perdidas, ritmos acelerados en impaciencias... donde quienes únicamente sonríen son los libros guardados en sus mochilas. ¡¡¡Y dale!!! las bolsas de las compras.
Así no es de extrañar que la adrenalina y la noradrenalina, esas hormonas que contribuyen a establecer (en el cerebro) ese maravilloso circuito de recompensa con una sensación de satisfacción, se encuentren "de vacaciones"
Al tiempo, no es de extrañar que una niña y o niño renuncie a la Escuela como facilitadora de experiencias y, hablando de ellas y ellos, esa es la situación que me lleva al límite, ver a tanta mamá y papá que les llevamos a esa "Jungla" con un "Cheque en blanco" es decir, pide y tendrás porque puedo, lo deseo y quiero o quizá porque yo, con tu edad, no lo tuve (doble error)
Después pretendemos que la Escuela sea esa generadora de milagros, perdón pero así creo que ni les ayudamos a descubrir lo bello de valorar logros, de respetar, de ese espíritu de superación y sacrificio que parece como una doctrina arcaica.
Así,  la dopamina y la serotonina lejos de activarse como verdaderos neurotransmisores anímicos, no vehiculan en absoluto lo más mínimo.
De esta forma será difícil que aprendan qué aprendizajes son principales, es más ni que deseen pararse a valorarlo, puede que el llevar más camisetas compradas no sea más reconocimiento que el fruto de una creciente frustración mal educada.
Puede también que la Escuela no esté contando con ellas y ellos para que muchos de esos aprendizajes que desean y necesitan para una sociedad que, cada vez más les pertenece a ellos y no tanto a nosotras y nosotros les ignore.
Es como entrar en esas tiendas y no contar con sus gustos, es como pararte en "La Jungla" , montar cola para hablar en una tutoría y darles esa cantidad de dinero que piden para que nos dejen tranquilos...
Pero "La Jungla" también me hace gozar y aquí es donde esas neurotransmisoras (dopamina y serotonina) realizan ese impresionante recorrido cerebral que me lleva a esa amnesia anterógrada y olvidar lo vivido recientemente.
En esa situación es en la que descubro que hay personas, familias que entran en "La Jungla" con un objetivo bien definido sin pararse en esas modas pasajeras dentro del sistema que, en muchas ocasiones está aletargando el fin de la Educación.
Es reconfortante ver cómo entran en la Escuela, perdón, en "La Jungla" porque saben que hay "tiendas" donde disfrutarán y encontrarán o quizá no, aquello que desean y o necesitan. Ansioso y postrado frente a esa tienda les veo salir, se miran, hablan, ríen, hasta se abrazan, llevando esa marcha nupcial de emociones y esa satisfacción y actitud de esa minoría, la que me hace (en parte) seguir creyendo en esa Educación en Mayúsculas, quizá uno de los principales núcleos que permiten que la voluntad se convierta en acción, el núcleo de Accumbens sea el que todo se traduzca en una búsqueda de placer constante. Porque para mi, eso es la Educación, la búsquedas constante del placer por verles crecer siendo ellas y ellos mismos.
Quizá sea, precisamente en "La Jungla" donde la Educación (incluidos todos los agentes que intervienen e interactúan en Ella) deba buscar, otear, comparar, investigar, aprender para que esa distinción de motor de la Sociedad la recupere y que tan desorientada anda porque si se pretende una Educación al margen de la sociedad, por favor, no le llamen educación.
Mañana volveré a postrarme frente a la puerta de tantas y tantas clases... y ¡¡¡dale!!!.
Ojalá que el mayor regalo para cada niña y niño (para mañana noche) no sea el de matar sus ilusiones sino el que desde el diálogo, razonamiento y negociación seamos capaces de alimentar.
Alguien decía:
"Quien intenta matar un sueño, lejos de lograrlo lo está haciendo rebrotar con más alegría, sin caer en la cuenta que, quien está dejando una parte de sí, en ese propósito, jamás formará parte de ese libro maravilloso llamado "La vida de las Niñas y Niños"