Quizá fundamentar el aprendizaje al hecho de dejarles preguntar pueda parecer desmesurado, quizá lo exagerado es que ellos “aguanten” tanto tiempo.
Si nos basamos en la etapa de los porqués cuando son pequeños, hasta nos resulta gracioso y a la vez hasta nos conforta.
Pero a medida que suman años, todo se transforma.
NO LES DEJAMOS PREGUNTAR
Quizá el primer motivo sea por creer que nos interrumpen.
Quizá el segundo motivo sea por impedirles participar en nuestros aprendizajes
Quizá un tercer motivo sea por miedo a no tener respuesta
Quizá un cuarto motivo sea por facilitarles todo antes de que lo pidan
Quizá el quinto motivo sea pensar que al preguntar son niños con déficit de atención
Quizá el sexto motivo sea porque, al igual, no me explico bien
Quizá el séptimo motivo sea porque no me interesa que aprendan tanto
Quizá el octavo motivo sea porque a mí nadie me enseñó a preguntar
Quizá el noveno motivo sea porque con mi lección magistral no caben preguntas
Quizá el décimo motivo sea porque se me olvidó ser niño
Ojalá que la próxima pregunta que te haga tu hija, tu alumno, tú... siempre tenga una respuesta desde el cariño, la cercanía, desde el asombro. Aunque la respuesta sea:
- No lo sé, me ayudas a encontrarla?
