En clase, preguntó un niño al maestro qué es el vacío.
El maestro le dijo:
- Hijo, cada vez que pienso y no están, eso es vacío, cada vez que disfruto y no están, en parte, eso es vacío, cada vez que pienso en el vacío cuando no están, el vacío se llena de sí mismo, cada vez que quiero escribir, las palabras se desnudan en el vacío, cada vez que creo ser alguien, el vacío me recuerda sus ausencias... el niño no tardó en interrumpir y le preguntó de nuevo:
- ¿Y cómo hace para llenar el vacío con sus ausencias?
El maestro mirándole fijamente le dijo:
- Hijo, ¿de dónde has formulado esa pregunta?...
Respiro y en cada inspiración "juego" a creer que les atraigo cada vez más cerca de mi ( a sabiendas que no es posible, pero, el jugar me permite imaginar, crear, soñar, compartir, abarcar...) que en cada aliento, van entrando en mi para, colorear cada instante, que en cada pensar, aparecen para hacerme creer que, la distancia y el tiempo, nunca serán enemigos en la vida, sino humildes siervos a la disposición de cada persona que desea Amar, de cada mente que, a pesar de sus debilidades, encuentra infinitos motivos para decir ADELANTE.
Cada vez que pienso en quienes se "marchan", de mis piernas nacen anclas y a la vez alas...
Una niña, atónita ante aquel pensamiento le preguntó:
- Maestro... ¿anclas y alas a la vez? No lo entiendo, son dos ideas contrapuestas, echar raíces y volar...
A lo que el maestro respondió:
- Si hija, si, por extraño que parezca, es tan sencillo como estar a vuestro lado. Anclas para afianzar vuestras vidas, para no dejar pasar un instante de todo lo que hacéis y que me hace crecer como persona pero a la vez, alas... alas para permitir que en vuestras vidas, el aprendizaje sea tan inmenso que no exista cielo que os impida volar.
Nada que no os enseñe que un día, el ancla se abrace a vuestras alas para siempre.
Dicen que la niña le miró (sólo como una niña sabe mirar) y le dijo:
- Maestro, ahora entiendo mejor qué es morir pero aún más qué es vivir.
El maestro repuso desde una emoción cuasi contenida:
-Hija... pero, si quienes me enseñasteis a vivir fuisteis vosotros.
Cuentan que esta historia, se encontró en el bolsillo del corazón de un maestro, apartado en el naufragar de su vida y de un currículo añejo de cualquier sistema educativo que les condena a asentir lo que ni piden, ni lo que desean, ni lo que se les ha preguntado porque... para empezar, no encuentran ni porqué se les pregunta sobre aquello a lo que se les condena...
"ESTUDIAR ES UN VERBO Y UN ACTO DE AMOR Y NUNCA UNA CONDENA"
Ojalá que fuese instrumental el tema de la MUERTE, quizá aprenderíamos a sumar mejor, a adquirir una lectura más comprensiva, a saber que muchas gotas de agua llegan a ser poderosas en su conjunto y no en su exclusividad, a ser seres más generosos y solidarios, a valorar más lo que vivimos...
Ahora que se acercan unas fiestas "FAMILIARES" y de amistades, insisto, ojalá la Escuela y la Familia se fundiese en el deseo y necesidad de hacerles ver y creer que MORIR, es una condición inherente y natural, además de necesaria del ser humano, que existen tantas y tan diferentes que repito, ojalá en algún currículo, apareciera y se abordara ( pero por expertos y especialistas)
Y esto, ¿por qué? muy sencillo, seguimos abordando el tema de la familia y pararte en un momento donde se les invita a recordar a quienes de sus vidas se marcharon?
Nooooooo, no se marchan, se mueren, no hacen un viaje, mueren... no debemos pintar la muerte con otras acciones que, en primer lugar, ni le corresponden y mucho menos otorgarle más protagonismo del preciso.
No vale hacerles esconder el dolor y mucho menos hacerles creer que llorar es síntoma de debilidad, todo lo contrario, es hacerles ÚNICOS y paladear cada instante que han logrado vivir junto a esas personas.
La muerte no se debe preguntar cuando aparece ni querer saber porqué mueren, sobre todo en el tipo de muertes traumáticas o prematuras, agónicas... no se trata de crear un cuento donde se les invita a evadirse, no y no se debe camuflar el dolor con otro.
Bríndales la oportunidad de encontrarse ante un reto y te aseguro que desde un preciso y delicado acompañamiento vivirán por sí mismos y, en parte, por quienes "se han marchado"
En muchas ocasiones, no hablarles de la muerte con naturalidad, no es más que ocultar nuestra debilidad.
Decía una persona que amaba vivir:
"La peor muerte es la de vivir sin vida"
En nuestras manos está que, al igual que nos empeñamos en hacerles "expertos" en manejo de tecnologías y redes sociales, les hagamos, o al menos lo intentemos, seguir haciéndoles niños y niñas que crezcan sin tanta contaminación.
Una vez más:
GRACIAS