"Esta clase se la dedico a..."
Comienza el curso y como no puede ser de otra forma, intentar sembrar ilusión se convierte en más que una premisa u objetivo, es una "obligación"
Pretender que nuestras clases sean una fiesta continua es sinónimo para garantizar ambientes propicios para la investigación, el aprendizaje... pero sobre todo para el descubrimiento de cada maravillosa persona que en ella se encuentra.
"Esta clase se la dedico a..." ( otorgarles ese protagonismo que da sentido a todo) es una sencilla estrategia que, al tiempo de motivar, de enfatizar lo importante que son (ya que cada cual, podrá dedicar, cada día, esa clase a quien quiera), es tener la posibilidad de abrir el aula y la mente de cada niño al mundo exterior, haciéndoles partícipes de qué viven, sienten y experimentan. Es una invitación a salir de ellos mismos para ese compartir que da respuesta al "Yo, mi, me conmigo, pero contigo".
Una forma lúdica de tratar algunas de las funciones ejecutivas del cerebro, ya que en cada dedicación, deben tomar una decisión, razonar y argumentar.
Será una pequeña rutina, para iniciar cada sesión, que se convertirá en una de nuestras herramientas emocionales que nos permita observar cómo se siente cada niño, en el momento previo a iniciar la clase, de este modo, si advertimos alguna conducta o respuesta que pueda ser síntoma de alerta o demanda, pasaremos a, como me encanta llamarle, "la improvisación programada".
Porque avanzar en un curso dejándoles atrás a ellos, ¿alguien me puede decir si eso es avanzar?
Naturalmente se dará la opción para no dedicar la clase a nadie.
Haremos un registro que evaluaremos cada final de mes.
"El corazón comienza a latir de una forma distinta" ¡¡¡Bieeennnnn!!!