Hoy la sorpresa, para ellos, ha vuelto a ser agradable, hasta el punto de decirme que el corazón "sanaba" más de la cuenta. Esa es la Educación en la que creo.
Intentando hacer vivir qué es la empatía, por parejas deben pintar con los ojos vendados.
(Si le hubiese valido, se habría metido en la mano del compañero para ayudarle)
Uno de ellos será quien oriente y de las pautas al invidente para realizar la actividad.
(Entregarse a su compañera)
Enumerar los argumentos que de esta tarea se pueden analizar sería escribir y escribir sin parar.
En cada pareja, pueden cambiar los roles cuando lo consideren oportuno.
Así hasta decirles que se acabó el tiempo y tras quitarse la venda, la máscara, el antifaz... se les invita a que valoren su trabajo.
(Con qué mimo iban diciéndole cómo mover y colorear)
Aquí es donde la sorpresa, para mí, se ha vuelto desagradable y hasta penosa. Escucharles pareja tras pareja decir:
Un dos, un tres, un cero. un ... salvo alguna pareja que se a valorado sobre un 6´5, mi pregunta no se hizo esperar:
- ¿Por qué esa nota?
La respuesta ha sido esa sorpresa desagradable y penosa.
- Porque nos ha quedado muy mal.
- ¡Aaaaahhhhhhhhh! ¿qué les estamos haciendo? Una vez más comprobando que están aprendiendo, que les estamos enseñando a valorar sólo el resultado, la inmediatez y no lo vivido, el proceso, lo que han descubierto, lo que han compartido, lo que han reído, lo que...
¿EVALUACIÓN? les estamos llevando hacia un precipio sin sentido. no puede ser que tras una sesión llena de alegrías, se valoren como lo han hecho.
Por cierto, una niña me puso un ejemplo de empatía que jamás pensé. Aquel que dió su vida por los demás. El pedagogo de todos los pedagogos ( para mi).
Por favor, no dejemos que ellos mismos se infravaloren. Así NOOOOOO.